Desde hace más de siete décadas, los sonideros animan calles y plazas de la Ciudad de México. Son parte del paisaje sonoro que identifica la vida cultural defeña, chilanga. Ya sea para festejar eventos familiares en el espacio público como XV años y bodas; para reunir a las y los vecinos en torno a fiestas patronales; llevar a cabo rutinas dominicales que invitan a bailar y contribuyen a transmitir esa herencia cultural; o bien acompañar la concentración de personas en un acto de protesta, los sonideros en la capital representan cultura popular, esparcimiento y la posibilidad de usufructuar el espacio público para tales fines.
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